ELEGÍA DE LA NOSTALGIA EN

MARICEL MAYOR MARSÁN

 

 by

 

Róger Mendieta Alfaro

Presidente

(Fundación Cultural Nicaragüense Siglo Nuevo - Funisiglo)

 

   

 

     Es imposible poder borrar el dolor que produce la ausencia. Y claro está, en el alma de los poetas, de los novelistas y amantes a las artes plásticas, este misterioso dominante demonio luminoso parece convertirse en carlanca que aferra al alma y la aprisiona de alguna manera. 

     Aunque he tenido contacto a través del correo electrónico y en ocasión por teléfono, no conozco personalmente a Maricel Mayor Marsán, poeta, escritora y profesora de  universidad nacida en Cuba, quien además está a cargo de la Dirección de Redacción de la revista literaria Baquiana que se edita en la ciudad de Miami.

     De tal manera que este conocimiento de Maricel a través de su producción poética y de sus Gravitaciones Teatrales es lo que me inclina, me obliga y seduce a comentar la encendida belleza de sus angustias plasmadas en sus libretos de teatro y en sus poemas.

     No podría decir como el Dr. Figueroa Esteva de la Universidad de Sonora: Maricel está de regreso. De regreso a una visita al salón de los espejismos… y alude a libros poéticos publicados por Maricel en 1975 y 1986, porque yo apenas estoy descubriendo la misteriosa voz de Maricel. Como quien dice, es para mi como la barca que está llegando al puerto, lo que he podido percibir en la formidable poemática de Maricel: lo franco del dolor desvanecido en los laberintos de la nostalgia que a través del caudal de las imágenes fluye y está presente siempre, luchando por romper el cascarón, dando alaridos de angustia en una soledad que parece haber sido inventada y vivida por ella. En sus poemas Un Corazón Dividido, solloza Maricel:

 

                                        El mío es un corazón de dudas,

                                        esfuerzos que luchan entre el aquí y el allá…

 

     Y mantiene saltando de verso en verso, de dolor en dolor, de situación en situación, jugando con los sueños y masticando con precisión increíble sus volatineras ausencias rotas, martirizada por el estertor de un agonizante pabilo que no termina de extinguirse. Entre los versos subrayamos algunos del libro publicado por Hispamérica, en donde la poeta parece hacer remembranza de la estampida del Mariel o algún otro éxodo posterior:

 

                                       Una playa rocosa, una ciudad costera

                                       cuatro millas al este de La Habana al amanecer

                                       donde el éxodo masivo se convierte en noticia…

 

     La noticia del dolor en la Maricel incómoda, anegada en la soledad del aquí y el allá en que parece vivir el canto desgarrado, el apasionado encuentro mimético en torno a la realidad fulgurante de su bullente poesía, el nostálgico quehacer literario estoicamente atrapado en el ahogo del exilio en su breve poema La Fuerza:

  

                                       Hay una isla de penas unida al sonido,

                                       rígida, estoica, un silencio sobrante  después de todo…

  

     Y en su íntimo testimonio de ardor sentimental se alza frente a ella esa ligazón de su realidad existencial ineludible en la sonora creación de sus versos:

 

                                       Que un candor de ilusión te invada el alma

                                       cuando pienses en mí.      

                                       Y que una sonrisa pueda montar sobre tus labios

                                       con el recuerdo de mi nombre.

 

     He disfrutado leyendo y releyendo En el tiempo de los adioses. Siempre está la poeta entretejiendo sus fantasías expresadas en el secreto de un controversial mundo de ensoñaciones.

 

     Ayer cantando, rememorando en Errores y horrores la lucha de la piel redentora que busca espacios para definirse: No sé si tus sueños se cumplieron a la medida de tus expectativas, arde Maricel, da golpes de martillo sobre el yunque del corazón,  que es palabra y eco resumido: Con la seguridad de un condenado a muerte confesaste haber estado al otro lado de la montaña...

     Quizá la montaña  del corazón del poeta en que caben todos los acontecimientos; llenan y rellenan todos los vacíos al influjo de lágrimas en que navega en el bote del verso. Maricel  gime, arguye, confirma y canta la gloria y nostalgia de los días en que está encastado el destino de los mártires: La escapatoria no  era tu estrategia.

     Hago alusión al poema de Maricel a Luther King, porque es como si estuviese allí antes de En el tiempo de los adioses, levantando el pañuelo blanco de los sueños celestes, tejido con el miñardí de los recuerdos Vivir diciendo adiós en tiempos que transcurren repartiendo alegorías y cansancios, de mar en mar, de océanos en océanos... poema largo, tendido, articulado con el mismo sentido de todos sus poemas, éste lleva el torrente de su autenticidad de la poeta, de la soñadora: corazón y palabra  abiertos al mundo de la poesía.

     Miel en los labios, luz en el corazón. Los poemas de Maricel son para rumiar el silencio de los adioses, que siempre tendrán algo que decir, porque eso es el ser: un adiós que se escapa y permanece sin decir la última palabra.

 


 

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