TEATRO Y PASIÓN: LAS GRAVITACIONES DE

MARICEL MAYOR MARSÁN

(Ensayo)

 

por

 

Humberto López Cruz, Ph.D.

(Universidad Central de la Florida en Orlando)

 

 

 

El mundo se irá gastando

por los filos de la noche,

por los légamos de estrellas.

 

Dulce María Loynaz, Certeza

 

 

     La labor literaria de Maricel Mayor Marsán (1952- ) ha venido en aumento durante los últimos años. Además de poeta, dramaturga y cuentista, recientemente se ha revelado como editora de la revista literaria Baquiana.[1]  Tomando como metáfora este título, Mayor Marsán deambula por la baquía del quehacer literario para llevar al lector un enlace directo con su propia realidad.  La publicación de la autora, Gravitaciones teatrales, es un texto del cual se ha dicho que son “los conflictos de los siempre convulsos tiempos” (Paz 12), y que recoge seis piezas de teatro que de una forma u otra, a pesar de mantener su originalidad, contienen una sutileza implícita que delata rasgos inequívocos en la dramaturgia de Mayor Marsán.[2]

 

      Una característica recurrente en las piezas que se presentan es la espontaneidad del tema.  A simple vista, cada pieza refleja un instante cualquiera de un individuo promedio.  Las piezas son cortas, para representarse en un solo acto.  En el caso de “Las muchachas decentes no viven solas” (42-49) y “Testimonio de mis días” (58-63) son unos monólogos; no obstante, la agudeza de los dramas indican la intensidad aplicada por Mayor Marsán a un texto que se erige por encima de la cotidianeidad del individuo a quien representa; las tramas actúan como vehículo de alerta para un espectador que debe incorporarse a su desarrollo y evitar las trampas que acechan al personaje en su diario acontecer.  El prólogo indica que “la función del arte es alertar acerca de estas trampas, ver más allá de lo que la bruma de los tiempos nos permite observar en la engañosa lejanía” (Alonso Yodú 12). Mayor Marsán es consciente de esta necesidad y los dramas responden a la intención de la autora.

 

     Como indica el título de este trabajo, las gravitaciones teatrales de Mayor Marsán se atraen y compenetran entre sí apoyándose en la pasión de la dramaturga por el teatro.  La autora demanda de cada parlamento la intensidad obligatoria y, al, mismo tiempo, extrae del personaje la complejidad requerida para representar el drama.  Es por esto que, a pesar de la corta duración de los mismos, ninguno de los mencionados dramas confunde al espectador ni fracasa en exponer su cometido.  Si aceptamos la proposición de Helena Beristáin que indica que “la temporalidad y la lógica se manifiestan en la doble relación necesaria y simultánea, consecutivo-causal, que gobierna de manera constante solamente el relato” (48), entonces no será muy difícil encapsular bajo esta idea los dramas aquí expuestos.  La autenticidad y la lógica del texto afirman lo expuesto por Beristáin; los relatos de Mayor Marsán se enmarcan dentro del cuadro sinóptico de esta propuesta haciendo que el texto, aunque original, se inscriba dentro de parámetros ya demarcados gracias al denominador común que los unifica.  Los personajes muestran su autenticidad y se adhieren a la logística social que ratifica y delimita sus respectivos discursos.

    

     Una vez aceptados los puntos precedentes como válidos no será difícil inferir que la deconstrucción textual que requiere este texto de Mayor Marsán viene orientada hacia la investigación de la lógica del texto.  Examinemos lo expuesto por Jonathan Culler, quien indica que:

 

     ya que la crítica deconstructiva no es la aplicación de lecciones filosóficas a estudios literarios, sino una investigación de la lógica textual en textos llamados literarios, sus posiblidades varían, y los comentaristas se ven irremediablemente abocados a trazar líneas para separar la crítica deconstructiva ortodoxa de sus distorsiones o limitaciones y derivaciones ilícitas. (199)

    

     El libro de Mayor Marsán es un texto literario al que puede aplicársele la deconstrucción de maneras diversas: “como posición filosófica, estrategia política o intelectual, o modo de lectura” (Culler 79).  La lógica textual de Gravitaciones soporta un análisis más intrínseco y responde a la escisión que propone Culler.  Es fundamental aclarar que el texto demanda una lectura activa y requiere un espectador actuante; de ahí que las maneras ofrecidas por Culler se consoliden en la última de la posibilidades citadas y la percepción textual recaiga en el modo de lectura.  La dramaturga ofrece unos personajes que son creíbles a partir de su propia originalidad; por lo tanto, no es difícil admitir que las piezas constituyan un acertado reflejo fragmentado del caleidoscopio social que proyectan.

 

     Una pieza muy bien lograda, “Lazos que atan y desatan las almas” (50-57) muestra el eterno enfrentamiento entre madre e hija; sin embargo, más de ser un choque entre dos mujeres es un embate generacional.  No pretendo insinuar que Mayor Marsán ofrece una novedad, otros dramaturgos han llevado a las tablas la problemática existente entre madre e hija, pero sí insisto en que la autora logra eficazmente representar dicho drama dentro de los parámetros de la sociedad en que se encuentra.  El lector/espectador no sólo se identifica, sino que se involucra en la trama.  La lógica textual reclama personajes auténticos que no ofrezcan su derrota al público; más bien, son personajes que necesitan exponer su verdad a riesgo de sufrir un rechazo.  Ni la madre ni la hija se pueden considerar personajes derrotados, aunque el triunfo (léase social) haya esquivado a ambas mujeres.  La obra gravita en torno a la situación actual de la madre; sin embargo, el lector intuye que la hija ofrecerá la reconciliación ante la dicotomía que las afecta; no obstante, la autora deja una sombra de duda sobre la relación entre ambas; la rama de olivo puede esfumarse en cualquier momento.  Ninguno de los dos personajes perderá su autenticidad ni alterará sus características.  La hija lo resume en un “[m]amá, tu no cambias” (57) que indica que tan sólo el espacio de la madre se verá modificado; la tensión podrá regresar a la familia volviendo todos al comienzo de la obra.  Una aproximación circular es válida demostrando que Mayor Marsán es consciente de la fragilidad del género humano y de la propensión de éste a repetir experiencias vividas.

    

     Lo visto en la pieza anterior corrobora lo dicho por un crítico, que al referirse a Gravitaciones, señala que la autora “nos presenta en este libro seis obras dramáticas breves en un solo acto, con un intenso contenido universal, simbólico, y personajes alegóricos tipificados, utilizando el humor y la ironía, llegando a veces al sarcasmo, pero sin excesos” (Fernández Marcané).  La característica más significativa que hace eco en las seis piezas es la carencia de excesos; en otras palabras, estos textos convencen.  El contenido universal aludido se representa en los espacios en que deambula la autora y que, de una forma u otra, es donde también gravita (válgase la palabra) el lector/espectador que hará suya la obra.  La realidad del personaje abandona el escenario para acompañar al público presente que ya ha dejado de ser un ente pasivo para incorporarse de lleno a la alegoría representada.

 

     Un tanto similar se observa en el segundo monólogo que, a su vez, es la última pieza que aparece en el texto.  “Testimonio de mis días” contiene las sutilezas aludidas que denuncian la pluma de Mayor Marsán y, al mismo tiempo, engarza su testimonio con las piezas precedentes.  La palabra es la carta de triunfo que acompaña al individuo; la verdad que la hija expusiera en la obra anterior se trasmuta para respaldar la legitimidad de la protagonista.  Sin embargo, aquí se presenta un hecho curioso que merece ser examinado con más detenimiento.  La protagonista, la llamada mujer sándwich (58), a pesar de sentir el mismo vacío que experimenta la madre al encontrarse con su hija en el apartamento de Chicago, fusiona su debatida destrucción con la energía de la hija al admitir que todavía tiene motivos por los cuales luchar.  Repasemos lo dicho por la mujer al comienzo del monólogo: “[t]enía marido, mis cuatro hijos, mis padres, mis suegros y hasta dos perros. Y hoy, ¿[q]ué es lo que tengo realmente?” (59); para después cotejarlo con el rayo de esperanza que le indica seguir adelante en el cuidado de su hijo y padre enfermos.  Refiriéndose al hijo menor: “[a]hora tengo que cuidarlo y vigilarlo más que cuando era niño porque el alcohol me lo está consumiendo” (61), mientras que cuando presenta al público a un padre sumido en la incoherencia inherente a la pérdida de la razón indica que: “[p]or lo menos lo puedo abrazar y cuidar para que no se sienta abandonado, si es que se acuerda de lo que es el abandono” (62).  A pesar de ser la mujer la que en realidad está sitiendo la dejadez, no se abandona espiritualmente y, aunque cuestiona su actual existencia, continúa su deambular por la vida sintiendo que tiene aún una misión por cumplir.

    

     Esta intersección textual, o permutación de textos, que Julia Kristeva llama intertextualidad y que Helena Beristáin recoge en su diccionario (270), es lo que Mayor Marsán confabula en Gravitaciones.[3]  El texto permutado, que no se circunscribe a una repetición de los parlamentos sino más bien al enunciado unificador que engarza las piezas, actúa como lo que pudiéramos llamar el epígrafe de rebeldía que ostentan todos los personajes.  A mayor o menor escala, los personajes se rebelan ante las situaciones que acechan; no obstante, terminan incorporándose a sus respectivas realidades.

    

     Esta propuesta se corrobora en la madre y en la hija en “Lazos que atan y desatan las almas”, y se vuelve a enfrentar en el personaje del monólogo de la mujer-sándwich.  Sin embargo, es el otro monólogo incluido en Gravitaciones el que va a ratificar como Mayor Marsán hace que su personaje se rebele sin perder un ápice de lucidez.  La pieza entera es un canto a la rebeldía y, al mismo tiempo, a la resistencia que opone la joven estudiante al ambiente que la rodea.  Este es un personaje fuerte que no permite una permeabilidad del mundo exterior; las influencias negativas de su compañera de estudios no hacen mella en su determinación: “nos hicimos amigas por aquello de que el que nada tiene nada pierde” (45).  Ahora, esto que Mayor Marsán proyecta como desidia se intensifica y se convierte en un grito sordo de rebeldía e impotencia al ser juzgada la protagonista por el mero hecho de vivir sola.  Los prejuicios sociales se imponen y triunfa el imaginario qué dirán social: “su mamá decía que no quería que ella saliera más conmigo porque las muchachas decentes no viven solas y ella desconfiaba de mí.  La madre de Valeria no quería mi mala influencia sobre su bendita hija” (48).  Este fragmento del monólogo encierra la esencia de la pieza completa.  El texto actúa como elemento ratificador del enunciado que proyecta mientras que el lector, que tiene la ventaja de tener todas las piezas—léase Gravitaciones—al alcance de su vista, intuye que Mayor Marsán permuta una misma idea sin que sus piezas pierdan su originalidad.  Al final se cumple lo que el lector/espectador viene presintiendo: la joven que conocemos al monologar triunfa y su amiga perece víctima de su desmedida conducta.

 

     Para concluir, no quisiera pasar por alto una pieza que resume varias de las propuestas aquí presentadas.  Me refiero a la primera obra que compone Gravitaciones: “Análisis de madurez” (13-21).  Al ser la primera que Mayor Marsán ha incluido en su texto, es natural que ocasione una repercusión directa en el lector y, de cierto modo, indique el curso que seguirán las otras.  No obstante, subrayo que a pesar de los puntos en que las seis piezas intersectan, ninguna pierde su originalidad; esto es fundamental para mantener la solidez discursiva en que se apoya todo el ensamblaje textual.  Ahora bien, “Análisis de madurez” convoca una serie de principios que parecen derogados por la sociedad.  En otras palabras: es una fuerte crítica al sistema corporativo contemporáneo.  En una nota de la autora, se dice que “la acción transcurre en una agencia gubernamental de cualquier ciudad de los Estados Unidos” (14); sin embargo, un lector aguzado comprende que los horizontes pueden ampliarse a muchas otras ciudades comprendidas fuera de la geografía estadounidense.  La denuncia se hace extensiva a la burocracia que rige cualquier sociedad mercantil.  El solicitante resume la esencia de la pieza:

 

     Llevo tres meses esperando ser notificado sobre la posición de gerente […] y nadie ha podido darme una respuesta factible.  Entre todos los empleados de este Departamento con los cuales he hablado, ninguno sabe responderme si se me ha recomendado o no, si he sido elegido o no, si mi nombre alguna vez fue escuchado o simplemente mis papeles se han extraviado.  Hace un mes en específico en que estoy llamando día tras día […] y todo inútilmente, nadie sabe nada.  Hoy he venido en persona a verificar lo posible y de igual manera todo resulta imposible. (19)

     

     Mayor Marsán se sirve de una situación que roza lo ridículo para demostrar la carencia de identidad que afecta al individuo.  El lector forma parte de la sátira al descubrir que la posición que desea el solicitante ha sido denominada como “gerente del Centro de Actividades en Contra del Abuso Racial y la Discriminación en general” (19), algo de lo que ha venido siendo víctima apenas levantado el telón.  La identidad de la persona que debe tomar decisiones se esfuma aun antes de conocerse quién es; el mundo que proyecta la autora está deshumanizado y se pierde irremisiblemente en un vacío corporativo que después se constata en las noticias de última hora cuando escuchamos escándalos en las altas esferas de las grandes corporaciones.  El reflejo de realidad de la pieza aumenta según avanzan las tres escenas que la componen.  El ridículo antes esbozado culmina con el ofrecimiento al solicitante de una posición, hasta el momento inexistente, dedicada a establecer una comunicación entre el público solicitante no recomendado y el Departamento en cuestión (21).  Se vuelve al comienzo de la obra aunque no sabemos si el solicitante se dejará arrastrar por el marasmo social que ya ha cobrado, como víctimas, a los demás personajes de esta obra.

      

     Las Gravitaciones de Mayor Marsán no constituyen un subterfugio escénico para eludir la realidad social que presenta; podemos aseverar que es un enfoque de alerta que a través del teatro accede al individuo para enfrentarlo a su cotidianeidad.  La autora no resuelve la problemática individual de cada personaje; es el lector el encargado de completar la última escena del acto.  Ésta, a su vez, lo puede conducir al comienzo de la obra generando un ciclo de continuidad, demostrando las muchas opciones posibles que ofrece el texto.  Estas piezas, que se insertan dentro de un teatro contemporáneo, niegan la participación de un lector/espectador que no acepte ser parte del texto.

 


 

NOTAS:

 

 [1] La revista literaria Baquiana aparece en línea (www.baquiana.com) además de contar con la publicación de un anuario.  En el momento de redactar estas líneas han ido a la prensa tres números correspondiendo a los años 2000, 2001 y 2002; ahora, se prepara el volumen correspondiente al año 2003.  Estas publicaciones cuentan con una variedad de temas que oscilan desde estudios críticos y reseñas sobre textos recientes hasta escritura creativa como poemas, cuentos y obras de teatro cortas.  Fragmentos de la creación literaria de Mayor Marsán han aparecido en estos números de Baquiana.  Véanse los volúmenes I (1999-2000), II (2000-2001) y III (2001-2002).

 

 

 [2] Gravitaciones teatrales no es la primera vez que algún fragmento de la obra de Mayor Marsán acude a su cita con la imprenta. Además de su participación en los anuarios de Baquiana (véase la nota anterior) y de la inclusión de sus trabajos en la versión digital de la misma revista, han aparecido los poemarios Lágrimas de papel (1975), 17 poemas y un saludo (1978), Rostro cercano (1986), Un corazón dividido/A Split Heart (1998) y Errores y horrores (2000). Hay que señalar que durante el pasado mes de mayo de 2003, en la ciudad de Cádiz, España, se presentó su último libro: Haz de incitaciones, una coedición, junto con Jesús J. Barquet, sobre poetas y artistas cubanos que ofrecen sus testimonios acerca de la influencia de las artes entre sí y en cómo éstas se reflejan en sus propias obras.  Consúltense cualesquiera de los textos referidos para adentrarse más en la producción literaria de Mayor Marsán.

 

 

 [3] Beristáin expone que “para la citada Julia Kristeva, un texto ‘constituye una permutación de textos, una intertextualidad: en el espacio de un texto se cruzan y se neutralizan múltiples enunciados tomados de textos’” (270).  Para más información sobre las otras acepciones ofrecidas sobre el término intertextualidad, consúltese el diccionario de Beristáin, específicamente las definiciones de ‘intertexto’ e ‘intertextualidad’ (269-72).

 


 

OBRAS CITADAS:

 

Alonso Yodú, Odette. Prólogo. Gravitaciones teatrales. Serie Rumbos Terencianos. Miami: Ediciones Baquiana, 2002. 11-12.

Beristáin, Helena. Análisis estructural del relato literario. México: Universidad Nacional Autónoma de México, UNAM, 1998.

---. Diccionario de retórica y poética. México: Editorial Porrúa, 1997.

Culler, Jonathan. Sobre la deconstrucción. Madrid: Cátedra, 1992.

Fernández Marcané, Leonardo. “La obra dramática de Maricel Mayor Marsán”. Baquiana.com 4.23.24 (2003): n. pag.

     http://www.baquiana.com/numero_xxiii_xxiv/Ensayo_I.htm

Mayor Marsán, Maricel. Gravitaciones teatrales. Serie Rumbos Terencianos. Miami: Ediciones Baquiana, 2002.

Paz, Luis de la. “Gravitaciones teatrales”. La revista del diario 11 abr. 2003: 12.

 

 


 

Este ensayo fue publicado originalmente en:

 

REVISTA HORIZONTES - NÚMERO 89

Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico

Ponce, Puerto Rico

ISSN: 018-5027 / Año XLV - Páginas 127-138.

(Octubre de 2003)

 

 

Este ensayo fue publicado posteriormente en los siguientes diarios:

 

EL SENTINEL, Suplemento Cultural ¡VIDA! 

Versión en español del diario THE ORLANDO SENTINEL

Orlando, Florida, EE.UU.

(Semana del 25 al 31 de octubre de 2003) 

 

LA ESTRELLA DE PANAMÁ

Sección de Variedades y Agenda Cultural

Ciudad Panamá, República de Panamá

(14 de febrero de 2004)

 

 

Un resumen de este ensayo también fue publicado en la sección de RESEÑAS de:

 

HISPAMÉRICA, Revista de Literatura

Año XXXIV, Número 101, Páginas 124-125

Universidad de Maryland

ISSN: 0363-0471

(Agosto de 2005)

 

 

Ha sido catalogado y aparece en los siguientes archivos:

 

America, History and Life Book Review

Guide Review of Books From and About Hispanic America

(Blaine Ethridge Book, Detroit) 

MLA International Bibliography - Spanish Publications

 

 

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