¿ESPAÑOL O ESPANGLISH?

(Reportaje especial)

 

por

 

Jesús Hernández

Columnista

(Diario Las Américas/La Revista del Diario)

 

 

     En octubre celebramos el Día del Descubrimiento, porque fue el 12 de octubre de 1492 cuando Cristóbal Colón llegó a la tierra que más tarde llamamos Nuevo Mundo. Una jornada que en Estados Unidos designamos como Mes de la Herencia Hispana. Oportuna fecha donde brota el fervor cultural acumulado y se renuevan las interrogantes sobre la salud y el futuro de esas raíces. Particularmente el idioma español heredado y sus connotaciones socioculturales y políticas. Una inquietud dada en estos días por la presencia de un lenguaje inusual, popular para muchos y dañino para otros, que bajo el título Español o espanglish ha sido argumento central de una serie de conferencias que son plasmadas hoy en una publicación realizada por Ediciones Baquiana y el Centro Cultural Español en Miami.
     Se dice llámame pa´tras por llámame después, liqueo en vez de gotera o incluso capturado por la cámara en lugar de fotografiado, lo cierto es que esta rara manera de expresarse en español se ha convertido en una dañina imagen del hispano que reside en Estados Unidos. Y lo peor es que no sólo se está limitando a ser parte del argot popular, como se define la jerga en cada idioma o país, sino, además, está paulatinamente conquistando a la mayoría e incluso afectando a los medios de comunicación.

     Cuatro han sido las disertaciones acontecidas en la antes mencionada institución cultural miamense. Diálogos donde han surgido importantes manifestaciones en pro y en contra de esta nueva modalidad de comunicación que lejos de ser un híbrido o mezcla de lenguas, responde a una necesidad muy específica de las inmigraciones en adaptarse a la convivencia del inglés y el español, y en otros casos a la falta de interés por manifestarse mejor. Una serie de ponencias que parecen coincidir en la falta de unos controles necesarios que divulguen el buen hablar e incluso el escribir mejor. Dos vertientes del error en las que todos caemos de una manera u otra.

¿Cómo surge el diálogo sobre español o espanglish?

     “La idea surgió durante las conversaciones que sostuve con la (antigua) directora del C.C.E. María del Valle”, rememora Maricel Mayor Marsán, escritora y directora de redacción de la revista cuatrimestral literaria Baquiana (www.Baquiana.com). “Conversamos entonces sobre la necesidad que existe en Estados Unidos de centrar la atención en el hablar de la lengua española y establecer  unos diálogos donde no sólo  participaran académicos, escritores o periodistas, sino, además, se intercambiaran ideas con el público en busca de conclusiones específicas”. Un franco sondeo donde las opiniones fluyen y se plantean puntos de vistas que pueden diferir, incluso disminuir el grado de preocupación, y también conllevar a posibles soluciones.

Planteamientos y opciones

     Durante la primera ponencia, efectuada el 27 de octubre de 2004, el director de la Academia Norteamericana de la Lengua Española, Odón Betanzos Palacios, planteaba la necesidad urgente de acercarnos, serenamente, a la realidad temporal del espanglish y hallar una postura definida y clara para frenar los anglicismos innecesarios”. Esos vocablos o giros propios del inglés que ya tienen sus equivalentes en el idioma español.
     El prólogo del libro, presentado por la coordinadora de las conferencias Maricel Mayor Marsán, quien recientemente participó como invitada en la lectura anual de poesía hispánica en la Biblioteca del Congreso en Washington D.C., menciona la necesidad de revitalizar el estudio del español en nuestras escuelas. “La mayoría de los estados del país, incluso muchas ciudades y universidades, cuentan con un personal preparado para enseñar el idioma español adecuadamente. Pero no es menos cierto que el español pide una atención mayor en la medida que los hispanos crecemos como población”. Una atención que está sujeta a la mejora del planeamiento facultativo y el otorgamiento de unos fondos públicos necesarios que mejoren el servicio que debe prestarse.
     “Lo que más choca es la influencia de la sintaxis (inglesa)”, manifestaba entonces Olga Connor, colaboradora del rotativo El Nuevo Herald, “te quiero hacer una pregunta (que procede de I want to ask you a question) en vez de: quiero preguntarte algo”. Ese orden y modo de relacionar las palabras dentro de una oración o las oraciones dentro de un texto mayor. Algo que denota que la frase ha sido estructurada en español y no, tal vez, pensada en inglés.
     “Llámenle híbrido o jerga, pero lo cierto es que lejos de asociar, disocia”, amplia Maricel Mayor Marsán, “hay personas que plantean que el espanglish es la nueva lengua entre los hispanos que residen en Estados Unidos. Sin embargo, desconocen que un idioma para existir necesita de una serie de reglas gramaticales y un vocabulario establecido”.
     Luis de la Paz, escritor y columnista de Diario Las Américas, calificaba la temida jerga de “realidad a la que no hay que temer”, aunque la consideró como “una aberración idiomática”, agregando que no temía por la estabilidad del español que se habla en los Estados Unidos, pero sí por “la asombrosa cantidad de faltas de ortografía y los garrafales errores gramaticales que llenan los periódicos y los anuncios publicitarios…eso sí hace un daño directo tanto a uno como al otro idioma”, agregaba. Un mensaje que, mal dicho o escrito, llega al pueblo y éste repite por darle precisamente credibilidad.
     “El espanglish es creado al azar”, ampliaba Maricel Mayor Marsán, “dicho a la manera de cada cual. Una forma de comunicación (de emergencia), muy válida, que responde a las necesidades de una minoría para salir adelante (en medio de un entorno determinado por la lengua inglesa). Pero ya somos unos cincuenta millones de hispanos (casi la sexta parte de una población nacional estimada en 299 millones) por lo que ya dejamos de ser una simple minoría y debemos, por tanto, prestar mayor atención al idioma español”.
     De hecho, la cuarta sesión de diálogos tuvo lugar el pasado 27 de septiembre. Una reciente ponencia que tuvo como tema central la relación de los hispanos residentes en EE.UU. con el resto de Hispanoamérica y donde los cónsules de Colombia México y España, acreditados en Miami, Carmenza Jaramillo, Jorge Lomónaco y Santiago Cabanas respectivamente, manifestaron sus puntos de vista y preocupaciones sobre la salud del idioma español en el país e incluso la reinserción de aquellos que regresan a sus países de origen bajo la influencia fortuita del espanglish. Una particularidad que cobra un mal efecto a la inversa.

Conclusiones

     Uno de los mayores logros de esta serie de conferencias ha sido precisamente el planteamiento serio y preocupante de un problema lingüístico, así como un profundo respeto por el mantenimiento de la lengua española. “Sabemos que la influencia del inglés es muy fuerte”, amplía la coordinadora del diálogo Español o espanglish, “muchos vivimos o ejercemos nuestras profesiones en inglés, pero eso no quita que tratemos de mantener nuestro idioma materno lo mejor posible”.
     “En el delicado y sutilísimo arte de convencer a los jóvenes sobre la conveniencia de usar nuestro idioma no hay recetas”, afirmaba el licenciado Francisco Javier Usero Vílchez, profesor del programa de Estudios Internacionales del Ministerio de Educación de España. “Si acaso, creeré humilde y tozudamente en la bondad de lo que uno o una está enseñando” y agregaba, “insistir en que nuestro patrimonio lingüístico y literario debe ser conocido, mantenido y acrecentado. Somos una cultura importante en el mundo. Sino superior, sí parangonable (comparable) con cualquier otra. No olvidemos eso”.


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