La configuración afectiva del mundo urbano en el poemario

Miami, poemas de la ciudad, de Maricel Mayor Marsán

por

 

Guillermo Arango

(Otterbein University, Ohio)

 

 

El concepto del espacio urbano, o sea, la ciudad, ha sido Quid divinum para Maricel Mayor Marsán. La ciudad asoma con ímpetu en dos de sus poemarios: Poemas desde Church Street, de 2006, y Rumores de suburbios, de 2009. En el primero, los poemas traslucen la tragedia del 11 de septiembre de 2001, en New York; en el segundo, las composiciones abrazan la vida en el contorno metropolitano de las ciudades norteamericanas. Como el título de mi ensayo lo indica, quiero referirme ahora a un tercer poemario titulado Miami, poemas de la ciudad, donde, nuevamente, la poeta se vierte sobre el espacio inmanente citadino del que es acreedora. El poemario apareció en una muy acertada edición bilingüe, bajo el sello de Ediciones Baquiana, en 2015. 

 

     De entrada, encontramos que los poemas están agrupados en tres secciones: “Algo del pasado”, “Gente que la habita” e “Impresiones y emociones”. Son poemas que arropan la vida de la autora. Algunos llevan una dedicatoria a individuos que en el contexto histórico de la ciudad, a través de los años, tienen relevancia para la poeta; en otros la dedicatoria es de carácter más personal y emotiva. No obstante, todos van a pertenecer a una urdimbre de identidad o sea, a una “configuración afectiva” de la realidad como hemos indicado, donde dos culturas no son lugar de colisión, sino de enfoque. Y así nos dice claramente en el poema “Cubanoamericana”:

 

                “Mi horizonte es de dos,

                mis dos mitades

                mi yo”                              (39)

     Esta “configuración afectiva” a la que me vengo refiriendo es, por un lado, de orden subjetivo o sentimental, y por otro existencial, más amplio. Ya de por sí, los títulos de muchos poemas son esencialmente reveladores: “Renacer en el mar”, “Los demonios asaltan”, “Habitar las sombras de la tarde”, entre los primeros, y “Canales de agua”, “Cubanos del sur de la Florida”, “Desayuno en Versailles”, “Coconut Grove”, entre los más sustantivos, tan sólo por citar algunos. Quiero aclarar que  utilizo la palabra “configuración”, en el mismo sentido en que se dice estructura eidética o intelectual.

     Lo sentimental puede llegar a ser una deformación y un falseamiento de la existencia —como en los románticos— pero en una “configuración afectiva” se trata de todo lo contrario, o de que el hombre mismo llegue a tener estructura interior verdadera, humanizando todo lo real, su circunstancia. Y esto es lo que sostiene el papel creador de la poesía en este poemario de Mayor Marsán: su manera de valerse de lo real para configurar sus propios significados. Witold Gombrowiez, en el prólogo a una de sus novelas nos revela sobre el particular que “todo lo que nos define no proviene directamente de nosotros sino que es el producto del choque entre nuestro yo y la realidad exterior.” Un acercamiento parcial a Miami, poemas de la ciudad, puede ayudarnos a ver mejor el valor intrínseco de estos poemas.

 

     “Soñar Miami con los ojos abiertos” (37), nos dice en una ocasión, y leemos en el poema “Decir Miami”, de la primera parte:

 

                “Decir Miami es

               contar historias en cada esquina

               reunir familias a cuentagotas

               salvar las horas en desespero

               reír a solas en días soleados.”   (17)

y luego en un verso final, contundente, se objetiva al personificarse:

                “Decir Miami es decir mi casa.”     (18)

Se identifica nuevamente la poeta con su circunstancia en el poema “Heredera del caos”, uno de los mejores del libro, donde la ciudad es una hechura humana que vence el tiempo:

                 “Es la ciudad que me alberga un imán de los que huyen,

               plantan semillas unos, un sueño largo acarician otros.”      (48)

Vale anotar que para Kierkegaard, “configuración afectiva” del mundo quiere decir plenitud humanizada de lo real, bien lejos del idealismo romántico. Y es que la plenitud de lo real tiene que llegar a ser plenitud de lo humano, porque esta integridad es cuestión de espíritu y en definitiva de imaginación. Encontramos a la poeta arraigada aquí y ahora, en la ciudad. El arraigamiento consiste en vivir desde el “siempre” del pasado “casi medio siglo bajo el albergue de tu sombra” (21) —nos dice— o el “siempre” del corazón y la memoria, hasta el “siempre” del futuro. Pero vivir hoy, nada más, traspasado por ese tiempo natural, para amar a las cosas en su verdad temporal.

     Todo poemario resulta a la vez creación insustituible y modo de ofrecernos una realidad esencial. Esta obra de Mayor Marsán —versos de aliento dulce y amargo— es un intento de darnos, perceptible, la concepción del mundo que profundamente le ha sido infundida.

     Entre lo primero que se advierte es la injerencia del idioma, y la visión personal de la poeta. Nos dice así en uno de los poemas de ese mundo bipartito en que vive:

 

                “Hablo en inglés,

               sueño en español.

               Parece complicada mi vida,

               más no es así.”    

               ……………..

                “Hablo en español,

              sueño en inglés.”     (39-40)

y en otro nos advierte:

                 “Defender el español a toda costa,

               gracia perenne de la lengua,”           (44)

 

luego, en otra parte nos revela, con su instinto aguzado, la impresión de lo que la envuelve, haciéndonos sentir el calor humano de la obra :

 

                “Me considero experta en acentos.

               Tan solo tengo que escuchar las voces

               que me rodean en las calles,”        

y a veces donde todo llega a ser:

                “Una verdadera cacerola donde vierten

               del español sus múltiples versiones.”      (20)

No obstante, en otra parte, como contrapunto, nos dice abruptamente:

 

                “Soy la heredera del caos, de ese Apocalipsis que llega.

               Y, quizás, no doy crédito aún a mis ojos que se rinden

               debido a esa otra parte, la buena suerte que me queda.”      (49)

     El lenguaje poético es un instrumento importante que liga la visión íntima y original del artista con las  percepciones y realidades del lector; sirve para darle aplicabilidad general a la obra sin quitarle su novedad creadora. Aquí, son poemas en los que se llega a lo inmediato sin atrevimiento expresivo. El lenguaje coloquial del poemario en muchas ocasiones afirma repetidamente su palabra rezada, y se hace claro en los siguientes versos:

                “La brisa del mar y el calor pegajoso la seducen.”     (10)

                “El silencio los acompaña y el fluir apacible de sus aguas.”     (16)

                “Me pierdo en un pequeño entramado urbano.”     (46)

                “Nada ha sucedido y la tierra o, por lo menos,

               su sombra, sigue girando sobre su propio eje,”     (52)              

pero no perdamos de vista el subrayado metafórico que va mano a mano. Así la autora llama a la ciudad:

                “abrigo y refugio distante”     (19)

                “centrífuga / de emociones y rupturas.”     (21)

                “echar raíces sobre el coral y su gran pantano sureño”     (18)

                “cabeza de playa, otrora ciudad dormida.”      (37)

Esta visión cobra gran intensidad en el poema “Los demonios asaltan”, otra sustancial entrega del libro, en este caso dedicado a un pintor, donde leemos:  

                 “Un placer lúdico es tu pintura”

               ……………………………….

 

                “La tinta es saber si acomoda

               la mirada del ser que le repasa.”     

                “Ni un óleo es genuino ni una acuarela es perfecta

               sin el aliento preciso de tu antojo.”                             (31)

     No obstante, importa fijarse también que a veces la poeta se rebela en una realidad bien humana que se hace patente en los siguientes versos:

 

                “A veces la ciudad se torna odiosa,

               te somete a insospechadas pruebas,

               exige que tu palabra se haga polvo

               y que tus ideas se desvanezcan.”

Aunque luego nos afirma:

 

                “creer en ti no es osadía es como el oro

               cuando refulge para unos ojos que merezcan.”      (53)

     En la poeta, hay momentos en que para que algo sea verdad viviente, tiene que haberlo soñado alguien desde su propio corazón. Y soñado así, lo encontrará algún día, cuando Dios quiera. Mientras tanto está formando parte de la vida como peso ligero, sin presencia real. En estos versos, se refiere Mayor Marsán al cumplimiento vital de los ensueños, o a que todo lo habíamos soñado en soledad y va a ser vivido en compañía. Así leemos:

 

           “El soñador construía casas, edificios y vendía

                                                                      un estilo nuevo.

          Recrear el paisaje mediterráneo

                                                  fue su objetivo.”

 

y alude en el siguiente verso:

 

          “El soñador también era poeta.”     (14)

Por otro lado, en el poema “Soñar Miami con los ojos abiertos”, se trata de un “sueño” que es una realidad exterior vivida desde una situación existencial concreta. No va a ser pura exaltación vital de la realidad del mundo —como ocurriría en el caso de digamos, un Jorge Guillén—  sino que va a ser acercamiento cordial o afectivo:

 

           “He podido soñar Miami con los ojos abiertos

          con el encanto del que ve pasar ante su vista

          la transformación de las oleadas de huérfanos,

          la expansión de su sombras y la vida misma.”     (37)

Vale añadir que la realidad es, antes que nada, un recurso para la comunicación de una visión interna creada y desarrollada por el poeta. La situación existencial que nos aborda es la de un caminar, un vagabundear juntos, poeta y lector. Realidad exterior y realidad íntima se hacen una sola dentro de ese andar en compañía por la ciudad. Recorremos un camino acostumbrado hacia las cosas, pero un camino que se mide primero con los ojos y después se anda con el alma. Así nos dice “Tengo la senda en mi piel como un fino mapa tallado” (48) Un camino en el tiempo si se quiere, de la mano de ella, con “los vencedores de anteayer y los vencidos de ayer”, donde “se conjugan en un presente y un futuro entrelazado”. (22)

     Y es que Miami, poemas de la ciudad, es también un libro sobre el tiempo y la plenitud de cada instante que recoge. Y nos lo acentúa en los siguientes versos de “Habitar las sombras de la tarde”, un poema desafiante, de alto vuelo y gran belleza lírica:

 

                “Vengo a desmenuzar las horas,

               dejar correr el tiempo a su aire,

               sentir el vértigo de los años transcurridos

               y habitar las sombras de la tarde.”               (47)

     Todo se presenta a través de los ojos de la poeta, y el poemario, cada vez más transparente, crece en plenitud del mundo humano hasta el final. “Configuración afectiva” la he llamado, o sea, esfuerzo, intenso y preciso, de mostrarnos como la mirada poética cala en la realidad, relacionándola con lo humano y lo personal, revelándonos así valores fundamentales.

     En la sección del poemario “Gente que la habita”, se advierte, por igual, el conflicto social en poemas cuyos títulos  —“Baby Boomers”, “La generación del milenio”, “Hipsters”— ya dejan entrever la relación transaccional con seres congéneres. Así leemos:

                  “Desconoce que el pollo alguna vez tuvo huevos

               y que el tomate traía semillas.”                                (27)

Se aduce, con una marcada ironía generacional, el riesgo que la revolución técnica, fascinando al hombre, le haga perder la cabeza y admita entonces como único pensamiento válido el pensamiento calculador, el pensamiento de la tecnología, con olvido del pensamiento meditativo.

     La poeta deja claro cuan unidos están los poemas: es un poemario que no se aleja de lo cotidiano acentuando siempre este arranque de la realidad, y que finalmente nos lleva a percibir las esencias reveladoras que esa realidad encierra.

     Vicente Aleixandre nos ha dicho que el epicentro invulnerable substancial de toda poesía es la vida. En el poema “La patria comienza y termina”, una de las últimas entregas del libro y dedicado a la fiel figura de su esposo, la autora nos comunica ese valor extremo, esencial, —la suma final— que le confiere a su situación personal afectiva, y que podemos considerar un manifiesto de “vida” en la turbulenta circunstancia que la rodea. Asistimos a una comunicación a la vez precisa y emotiva:

                 “del patriotismo barato

               de los nacionalismos pasados de moda

               y convertidos en clichés,

               para ensordecer multitudes,

               desoigo las políticas falsas,

               los sueños imposibles,

               ………………………

 

               “la venta de supuestos ‘hombres nuevos’

               y la aniquilación del rostro de los mismos

               con un grano de retórica.”

 

               “Nada me seduce ni me aplaca”

               ……………………………….

 

               “la patria comienza y termina

               en el iris de tus ojos.”                (51-52)              

El mundo es un caos y una angustia, y la poesía una frenética búsqueda de ordenación y de ancla. Miami, poemas de la ciudad, de Maricel Mayor Marsán se apoya en el concepto del poema como descubrimiento y comunicación de los valores centrales de la realidad, para combinar el papel creador de la poesía con su poder investigador y expresivo. En presencia de este poemario cabe recordar aquí las palabras de Pedro Salinas al considerar que el mayor éxito de un escritor es “el trasmitir sus experiencias personales a una obra a la vez concreta y universal.”

  

OBRAS CITADAS

Alonso, Dámaso, Ensayos de literatura hispánica, (sobre Pedro Salinas). 2da. Ed. Madrid: Aguilar, 1961. Impreso.     

Bousoño, Carlos, La poesía de Vicente Aleixandre. Madrid: Ínsula, 1950. Impreso.

Gombrowiez, Witol, Ferdydurke. Translated by Eric Mosbacher. London: Marion Boyars Publishers LTD, 1961. Impreso.

Kierkegaard, Søren, Stages on Life’s Way. Pdf sitio virtual de e-Journal Philosophie. Web. Nov 19, 2017.

Mayor Marsán, Maricel, Miami, poemas de la ciudad. Miami, USA: Ediciones Baquiana, 2015. Impreso.

 

Esta reseña también salió publicada en el siguiente libro:


VISIONES Y REVISIONES

ENSAYOS DE LITERATURA Y CULTURA HISPÁNICAS

por Guillermo Arango

Colección Senderos de la Narrativa

ISBN: 978-1-936647-39-2

Ediciones Baquiana (Enero de 2020)

 


 

 Volver